martes, 8 de mayo de 2012

Mundo Sensorio/natural


(texto elaborado a raíz del desglose de conceptos)  
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Cuando todo tomó su lugar, me posicioné en aquella colina mágica de pardos colores y gran fertilidad. Desde allí dominaba toda la creación, que en plena armonía convivía y con gran alegría interactuaba. En ese momento desplegué mis robustas raíces hacia el interior del valle, fue cuando por primera vez brotó el alba recubierta de dorados destellos que no hacían más que encandilarme cada vez que me disponía a contemplar. Los infinitos trinares de las aves alegraban al caudal torrentoso y los insectos multicromáticos pululaban jubilosos entre mis vigorosas ramas. Éxtasis me recorre, como si mi sabia fuera el alma que viaja por enormes torrentes que alimentan al valle.
De vez en cuando las loicas pelirrojas se posaban en mi extensión, con ellas dialogaba lánguidas tardes recobrando añejas historias de los antiguos. -Canten -les decía, -que o sino esta tierra se pondrá cenicienta- de ese modo brotaban y brotaban las melodías armónicas desde el pecho de las colorinas. También me visitaban los escarabajos, que en banda se paraban en mi copa a admirar el destellante y nítido arrebol. Estos eran cascarrabias, y se peleaban a menudo por quien se ponía en mi rama más alta para tener mejor visión del atardecer.
Otro ambiente eran las noches, dónde casi siempre nos disponíamos todas las especies a danzar al ritmo de viento danzarín, iluminados por el fogón nos conectábamos unos a los otros. Aquí nació la magia, cada uno podía sentir el interior del otro, cada uno se hacía cargo de la sequía interior del otro, haciéndola fluir con gran voluntad. En general las noches eran templadas, agradables a la reunión, ni muy calidas ni muy frías. Las estrellas bajaban una a una haciéndose fugases en su recorrido. Cuando aterrizaban producían enormes flashes que nos hablaban de libertad, libertad que es nuestra, libertad que no se irá.
Es así como vivo por ya varias primaveras, así bautizado como el tenaz Arrayán.






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